Idioma

Las escuelas permanecen conectadas para mantenerse seguras

Publicado originalmente en la revista School Construction News, noviembre/diciembre de 2013.

Descargue aquí el artículo en PDF.

Por Michael Zuidema

No hay duda de que las redes sociales -ten en cuenta que aquí hablamos sobre todo de Facebook y Twitter- son la perdición de las clases de muchos profesores.

Aunque las redes sociales sigan siendo una distracción para otros estudiantes, ayuden a los tramposos y sirvan simplemente para molestar, la cruda realidad es que su popularidad no parece que vaya a disminuir pronto. Según un estudio de la Academia de Psiquiatría Infantil y Adolescente, más del 60% de los jóvenes de 13 a 17 años tienen al menos un perfil en una red social, donde pasan una media de más de dos horas al día. Además, Consumer Reports descubrió que 7,5 millones de usuarios están por debajo de la edad mínima exigida por Facebook, 13 años, porque los padres han ayudado a crear la cuenta de sus hijos mintiendo sobre la edad asociada a la misma.

De hecho, la verdadera anomalía en estos días es encontrar al estudiante, cuadro de honor o no, sin una cuenta de Facebook o Twitter. La buena noticia es que todos esos "Me gusta" y "Tweets" podrían resultar beneficiosos en una situación de emergencia.

Por desgracia, como nos han enseñado multitud de titulares en la última década, los centros escolares no son inmunes a los sucesos trágicos. Tanto si se trata de un tirador activo como de una catástrofe natural, es vital disponer de un plan de emergencia actualizado, y cada vez son más las instituciones que se dan cuenta de la importancia de adoptar una solución multicapa.

Y eso significa aprovechar el potencial de las redes sociales.

Eso sólo tiene sentido cuando alrededor del 70 por ciento de los estudiantes utilizan hasta tres dispositivos móviles al día, y la mitad de ellos dicen que comprueban estos dispositivos cada 10 minutos, aunque pueda parecer frecuente. En pocas palabras, cuantos más niños tengan un dispositivo móvil, más consultarán las redes sociales.

Muchas escuelas incluyen algún tipo de sistema de megafonía en su proyecto de construcción, y sin duda sigue siendo un medio eficaz de comunicación. Pero eso no garantiza la inteligibilidad adecuada para asegurar que las alertas importantes se oigan o incluso se entiendan. La inteligibilidad es un componente clave de la normativa NFPA 72, que incluye los requisitos necesarios para los sistemas de megafonía. Si ni siquiera una persona puede entender una notificación de emergencia, entonces no es una respuesta completa. Por eso es importante considerar la adopción de medios de comunicación adicionales, como altavoces de emergencia, señales digitales, paneles de incendios, correo electrónico de alertas de escritorio, mensajes de texto y, sí, redes sociales, a través de un sistema de notificación masiva.

Un informe afirma que uno de cada cinco supervivientes de catástrofes utiliza las redes sociales para ponerse en contacto con los primeros intervinientes, y el 44% de ese grupo utiliza Facebook para establecer la conexión. Además, cuatro de cada cinco estadounidenses esperan que los organismos de respuesta a emergencias controlen y respondan a las plataformas de las redes sociales. Aunque eso no garantice la seguridad de nadie, en general puede proporcionar información valiosa al personal de seguridad, familiares, amigos y demás.

La ciudad de Los Ángeles lleva años utilizando Twitter para difundir información sobre incendios, accidentes de tráfico e incluso para buscar pistas en casos sin resolver. Durante la tragedia del maratón de Boston de 2013, el tráfico en la cuenta de Twitter del departamento de policía se disparó a medida que más y más personas buscaban las actualizaciones más recientes.

Aunque algo tan terrible como detectar a un tirador activo en el campus o enfrentarse a una catástrofe meteorológica no sea algo habitual, tomar las medidas adecuadas para garantizar que todo el mundo esté preparado es una necesidad obvia. Las situaciones de emergencia ocurren en un abrir y cerrar de ojos, y cuando el tiempo apremia es fundamental asegurarse de que no se pierden segundos cruciales intentando averiguar qué hacer, adónde ir y quién está al mando.

Si se pone en marcha un plan de notificación masiva eficaz y fácil de usar -que tenga en cuenta la importancia de las redes sociales-, se podrán tomar las medidas de seguridad adecuadas con la mayor audiencia posible.

Por ejemplo, antes de que se produzca un tornado, pueden enviarse alertas meteorológicas y de seguridad. O durante el cierre de un edificio, se pueden transmitir advertencias a los estudiantes, profesores y personal para que eviten la zona. Y en cualquier momento durante un incidente de emergencia, las personas tendrán una forma de comunicarse con el exterior.

Es fácil suponer que una solución común de comunicación de emergencias, como los altavoces de megafonía, será suficiente para garantizar una amplia red de seguridad, pero con un número cada vez mayor de personas condicionadas a consultar regularmente las redes sociales, lo lógico es cubrir todas las bases.

Puede que algunos profesores y administradores nunca aprendan a aceptar Facebook y Twitter en las aulas. Pero aprovechar el potencial de estos sitios puede ser imprescindible para la seguridad de alumnos, profesores, administradores, personal, visitantes, etc.

¿Y no es la seguridad escolar algo que puede "gustar" a todo el mundo?

Michael Zuidema es el Director de Comunicación de Code Blue.